El salmo 127 dice que los hijos son herencia de Dios y que feliz es el hombre que de ellos llena su aljaba. Nuestra herencia no es el dinero, sino los hijos. Nuestra felicidad no está en las cosas, sino en los hijos. Los hijos son un regalo de Dios. Ellos son hijos de la promesa. No generamos hijos para nosotros, sino para Dios, no los generamos para la muerte, sino para la vida. Nuestros hijos deben ser coronas de gloria en menos del Señor. Deben ser vasos de honor, columnas del santuario del Altísimo. Nuestros hijos son una bendición y no un problema; son un poema de Dios y no una pesadilla para nuestra alma. Son como flechas en manos del guerrero y no una molestia en el camino de la vida. Debemos amar nuestros hijos y criarlos en la disciplina y en la admonición del Señor. Debemos enseñarlos en el camino y grabar e ellos la verdad de Dios. Entonces, serán el deleite de nuestra alma y no el amargor de nuestro corazón.
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lunes, 20 de agosto de 2012
viernes, 17 de agosto de 2012
Pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Fil. 4.11
El apóstol Pablo estaba encarcelado en Roma. Estaba en el pasillo de la muerte, en la antesala del martirio, con los pies en la sepultura y con la cabeza en la guillotina de Roma. Estaba viejo y llevaba en el cuerpo marcas de Cristo. Pasaba por probaciones y privaciones. Pero, lejos de vivir amargado por la vida, dijo: he aprendido a vivir contento en toda y cualquier situación. La felicidad no es una situación que está fuera de nosotros, sino una actitud que está dentro de nosotros.
Hay quienes tienen de todo, pero no poseen nada. Hay ricos pobres y pobres ricos. Hay individuos en cárceles, pero sus corazones viven en el paraíso. hay otros que pisan alfombras de terciopelo, pero sus almas viven el tormento del infierno. La felicidad no es automática. Es un aprendizaje. Somos felices cuando nuestra fuente de placer está en Dios y no en las cosas materiales. Cuando nuestra alma encuentra deleite en el proveedor y no en la provisión. Cuando nuestra alma encuentra deleite en el proveedor y no en la provicisión. ¡Dios, y no las cosas, es el manantial de nuestra felicidad!
jueves, 16 de agosto de 2012
Trabajar para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: Hay más dicha en dar que en recibir. Hch. 20:35
Jesús dice: Hay más dicha en da que en recibir. Ese es un camino seguro para la verdadera felicidad. En este mundo marcado por la codicia, en esta sociedad timbrada por la avaricia, Jesús nos muestra que el camino de la felicidad no es el de recibir, sino el de brindar. El hombre, en las ganas de ser feliz, siempre quiere más. Por lo mismo roba, asalta, corrompe y le quita lo que puede a su prójimo de forma ilícita y deshonesta. Pero, cuando más acumula tesoros de la impiedad, más se hunde en el desespero de la infelicidad.
El camino de la felicidad es el inverso de la codicia. Somos felices no cuando nos adueñamos de lo ajeno, sino cuando le damos al prójimo. Somos felices no cuando acumulamos para nuestro deleite, sino cuando repartimos por amor al prójimo. Somos felices no cuando acumulamos tesoros en la tierra, sino cuando los reunimos en el cielo; no cuando almacenamos todo para uno mismo, sino cuando le damos lo máximo que podamos al bien ajeno. La felicidad no está en lo que tenemos, sino en lo que repartimos.
Yo me alegré con los que me decían: a la casa de Dios iremos. Sal. 122:1
Jesús tenia la costumbre de visitar la sinagoga. ÉL tenía el hábito de ir a la Casa de Dios. Los hijos de Coré dicen que un día en los atrios de la Casa de Dios vale más que mil días en las tiendas de la perversidad. El salmista dice: Yo me alegré con los que me decían: a la casa de Dios iremos.
En la casa de Dios hay tres importantes encuentro: nos encontramos con el Dios en la Casa de Dios. Nos encontramos con nuestros hermanos y con nosotros mismos. Cuando entramos a los atrios de la Casa de Dios pisamos el terreno de la felicidad, pues allí oímos palabras de vida. Allí contemplamos al señor en la belleza de su santidad. Allí comprendemos la hechura de nuestros pecados y de la belleza del perdón divino. En la Casa de Dios comprendemos más claramente la transitoriedad de la vida y de la necesidad de la gracia. Bajo la presencia de Dios tenemos plenitud de alegría y a su diestra delicias perpetuas.
martes, 14 de agosto de 2012
Bienaventurado el que lee, y los que guardan las osas en ella escritas: porque el tiempo está cerca
El salmo uno también dice que los que son felices son como el árbol plantado junto a la fuente, que a su debido momento da su fruto., sus hojas no marchitan y todo lo que haga será exitoso. Cuando nuestra felicidad está en Dios, nuestra vida lanza sus raíces en lugar fértil. Cuando la palabra de Dios es nuestra fuente de placer, somos un árbol junto a la fuente, siempre verde y cargado de frutos.
Cuando nuestro placer borbotea del trono de Dios, el mundo a nuestro alrededor puede estar seco como como un desierto, aun así florearemos y fructificaremos como un árbol plantado junto a la fuente. El impío, el que desprecia a Dios, es como paja que se la leva el viento. Ese no tiene vida ni estabilidad. Cuando hay temporal pierde sus raíces y se lo lleva el vendaval. La verdadera felicidad no está tanto en el poseer, sino, sobretodo, es fruto del ser. ¡Esa fuente de vida es el mismo Dios y el que está plantado en Dios es verdadera mente feliz!
Si tu ley no fuere mi alegría, ya hubiera sucumbido en mi aflicción. Sal. 119:92
La felicidad no tiene solo una dimensión negativa, pero, sobretodo,un aspecto positivo. Ya vimos que somos felices por lo que evitamos. Ahora, veremos que somos felices por lo que hacemos. El salmo 1 también dice: antes tu placer está en la ley del Señor y en su ley medita de día y de noche. La palabra de Dios es nuestra fuerza de gozo y alegría. En ella debemos meditar día y noche. Debemos llenar nuestra mente con la verdad de Dios. Debemos alimentar nuestro corazón con las promesas que emanan de la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios es mejor que el más puro oro y más dulce que la miel y el destila de los panales. La palabra de Dios es el deleite de nuestra alma. En ella debemos meditar día y noche. La Palabra restaura el alma y le da sabiduría al sencillo. La Palabra es pan que alimenta y agua que purifica. Por ella guardamos puro el corazón y triunfamos sobre el enemigo. Guardala en el corazón es mejor que guardar tesoros, puesto que el ¡la fuente de nuestra felicidad!
lunes, 13 de agosto de 2012
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni en sillas de escarnecedores se ha sentado. Sal. 1:1
La felicidad es el resultado de lo que evitamos y no apenas de lo que hacemos. Así empieza el salmo1: Feliz el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado. Hay tres progresiones en este versículo. La primera es: andar, estar y sentarse. La segunda es: Consejo, camino y silla. La tercera es: malos, pedcadores y escarnecedores. Somos felices a medida que huimos de determinados lugares, rechazamos determinadas propuestas y nos alejamos de determinadas personas. Frecuentar malos lugares, vivir acorde a malos padrones y andar en compañía de malas personas es el camino más rápido para la felicidad.
La felicidad consiste en el coraje de romper con algunas amistades, en decir un sonoro no a determinadas propuestas y escapar de determinados lugares. Cuando dejamos de hacer esas cosas, entonces, somos felices, ¡muy felices!
Aunque afligido yo y necesitado, el Señor pensara en mi. Me ayuda y mi libertador eres Tu; Dios mio, mno te tardes. Sal. 40:17
Una de las verdades mas consoladoras para nuestra vida es la providencia de Dios. El que es el todo poderoso es el mismo que nos cuida. El mismo Dios que nos creo también nos mantiene . En El vivimos, nos movemos y existimos. Él es el que nos da la respiración y todo lo demás. Es Él que le da vida a la semilla y multiplica nuestra siembra. Él es quien nos da el pan de cada día y nos fa alud para saborearlo. Él es quien le da sabor a los alimentos y a nosotros el paladar para saborearlos.
Él es el que nos preserva la vida y nos libra del mal. Dios es nuestro creador, proveedor, protector, redentor y consolador. El apóstol Pablo, de forma elocuente, nos pregunta: ¿aquél que no perdonó a su propio Hijo, por ventura, no nos dará con gracia con Él todas las cosa? Nuestra vida no está suelta, al azar en la sala de comandos del universo. Las mismas manos que gobiernan el mundo tiene el control de nuestra vida.
viernes, 10 de agosto de 2012
Creados en Cristo Jesus para buenas obras, que Dios preparo de antemano para que anduviesemos en ellas.
¿Que origen tiene la vida? ¿De donde venimos? ¡Quienes somos? ¿Por que estamos aqui? ¿Hacia donde vamos? Esos son los grandes cuestionamientos filosoficos que afligen al hombre. Afirmamos con conviccion que venimos de Dios. Somos hechura de Dios. Estamos aqui para glorificar a Dios y estamos yendo hacia la bienaventuranza preparada por Dios. Encontramos la verdadera felicidad por el hecho de haber sido creados por Dios para un proposito sublime. No somos un trozo de madera que flota en el mar de la vida. no somos una hoja de suelta al viento.
La vida tiene un proposito. Un proposito elevado, sublime. Venimos de Dios. Somos de Dios y volveremos a Dios. El es la fuente de nuestras vida y el destino de nuestra vida. En El vivimos y existimos. Del El disfrutamos el verdadero sentido de la vida. El sentido de la prpi vida eterna es conocer a Dios y a su Hijo Jesus Cristo. En eso consiste nuestra mayor y mas copleta felicidad.
Me mostraras la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre. Sal. 16:11
La felicidad es un anhelo legitimo. Lo buscamos todos los días de nuestra vida. Pero, la felicidad no es un lugar adonde se pueda ir. El verdadero propósito de la vida es la felicidad. El fin principal del o}hombre es glorificar a Dios y gozarlo por siempre. Dios nos ha creado para la mayor de todas las felicidades, la felicidad de amarlo y disfrutar de su intimidad. Apenas bajo la presencia de Dios esta la plenitud de alegría. a su diestra están las delicias eternas.
Muchos buscan la felicidad en el dinero; otros en la fama, en el placer y algunos aun en el éxito. Pero descubren que al final de esa linea solo espejismos y no la verdadera felicidad. La felicidad verdadera no esta en el poseer, sino en el ser. La fuente de la felicidad no esta en las cosas, sino en Dios; no esta en la tierra, sino en el cielo. Los cantos de este mundo no nos pueden hacer felices, pero Dios si lo puede, porque El nos ha credo, nos ha llamado por nuestro nombre u somos suyos. ¡Cuando lo conocemos y lo amamos, entonces, somos verdadera mente felices!
Muchos buscan la felicidad en el dinero; otros en la fama, en el placer y algunos aun en el éxito. Pero descubren que al final de esa linea solo espejismos y no la verdadera felicidad. La felicidad verdadera no esta en el poseer, sino en el ser. La fuente de la felicidad no esta en las cosas, sino en Dios; no esta en la tierra, sino en el cielo. Los cantos de este mundo no nos pueden hacer felices, pero Dios si lo puede, porque El nos ha credo, nos ha llamado por nuestro nombre u somos suyos. ¡Cuando lo conocemos y lo amamos, entonces, somos verdadera mente felices!
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