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martes, 14 de agosto de 2012

Si tu ley no fuere mi alegría, ya hubiera sucumbido en mi aflicción. Sal. 119:92

 La felicidad no tiene solo una dimensión negativa, pero, sobretodo,un aspecto positivo. Ya vimos que somos felices por lo que evitamos. Ahora, veremos que somos felices por lo que hacemos. El salmo 1 también dice: antes tu placer está en la ley del Señor y en su ley medita de día y de noche. La palabra de Dios es nuestra fuerza de gozo y alegría. En ella debemos meditar día y noche. Debemos llenar nuestra mente con la verdad de Dios. Debemos alimentar nuestro corazón con las promesas que emanan de la Palabra de Dios.
 
La Palabra de Dios es mejor que el más puro oro y más dulce que la miel y el destila de los panales. La palabra de Dios es el deleite de nuestra alma. En ella debemos meditar día y noche. La Palabra restaura el alma y le da sabiduría al sencillo. La Palabra es pan que alimenta y agua que purifica. Por ella guardamos puro el corazón y triunfamos sobre el enemigo. Guardala en el corazón es mejor que guardar tesoros, puesto que el ¡la fuente de nuestra felicidad!

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