Jesús dice: Hay más dicha en da que en recibir. Ese es un camino seguro para la verdadera felicidad. En este mundo marcado por la codicia, en esta sociedad timbrada por la avaricia, Jesús nos muestra que el camino de la felicidad no es el de recibir, sino el de brindar. El hombre, en las ganas de ser feliz, siempre quiere más. Por lo mismo roba, asalta, corrompe y le quita lo que puede a su prójimo de forma ilícita y deshonesta. Pero, cuando más acumula tesoros de la impiedad, más se hunde en el desespero de la infelicidad.
El camino de la felicidad es el inverso de la codicia. Somos felices no cuando nos adueñamos de lo ajeno, sino cuando le damos al prójimo. Somos felices no cuando acumulamos para nuestro deleite, sino cuando repartimos por amor al prójimo. Somos felices no cuando acumulamos tesoros en la tierra, sino cuando los reunimos en el cielo; no cuando almacenamos todo para uno mismo, sino cuando le damos lo máximo que podamos al bien ajeno. La felicidad no está en lo que tenemos, sino en lo que repartimos.
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